¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es un estado emocional en el que frecuentemente se experimenta una sensación de angustia y desesperación permanentes. Puede afectar a personas de todas las edades y sobre todo a aquellas que están sometidas a una tensión familiar o laboral constante. También el perfeccionismo acaba convirtiéndose en un estado de desesperación constante impidiendo que la persona disfrute del presente, pensando siempre en la actividad posterior.
El límite entre la ansiedad normal y patológica viene determinado por la intensidad y duración de los síntomas. Cuando esta ansiedad se convierte en intensa y crónica acaba siendo debilitadora y disfuncional. Sobre todo si la persona se encuentra continuamente anticipando peligros o esperando que se repitan amenazas. Tanto el tipo de estímulo capaz de evocar la respuesta de ansiedad como el tipo de respuesta que se dé a esta vendrá determinado por las características de cada persona.
Entre los síntomas más comunes podemos encontrar: irritabilidad, tensión muscular, inquietud, impaciencia, fatigabilidad, dificultades de concentración, alteraciones del sueño, sensación de amenaza, etc.
¿Se cura la ansiedad?
En la ansiedad influyen varios factores:
- Predisposicionales, relativos a la vulnerabilidad de la persona para padecer un trastorno, son generalmente de tipo biológico.
- Activadores, son aquellos que hacen referencia a las situaciones de peligro o amenaza y que son capaces de activar el trastorno.
- Mantenedores, que contribuyen a mantener el trastorno una vez aparecido.
Normalmente, la ansiedad se produce por la interacción de los anteriores factores, lo que no hace necesario que las personas tengan que padecer todos ellos. Hay que tener, también, en cuenta que en algunos casos la ansiedad coexiste con otros trastornos lo que puede condicionar su naturaleza, su evolución y su respuesta a los tratamientos.
La ansiedad NO va a crear problemas importantes de salud e incapacitación para siempre si se trata adecuadamente.
Tampoco será necesario, en la mayoría de los casos, seguir tratamiento durante toda la vida. Es posible que a lo largo de la vida de una persona se produzcan nuevos episodios de ansiedad y que estos requieran tratamiento, pero muchos de ellos se pueden prevenir.
Pánico
El ataque de pánico se produce cuando la persona intenta detener su ritmo frenético, entonces se sienta, se tumba a descansar, mira la tele, va en autobús, etc. Como el sistema nervioso está demasiado alterado le es imposible desactivarse en un instante. Y en décimas de segundo podemos observar los efectos de la taquicardia (acaloramiento de la parte central del cuerpo, aceleración respiratoria), problemas en la respiración, y los mecanismos automáticos del control del ritmo respiratorio deciden darnos mensajes que nos asustan: me ahogo… me está dando un infarto…, es ahí cuando se ha disparado nuestro sistema de alarma de la misma manera que lo hacen las alarmas cuando hace viento o llueve.
De repente notamos que nuestro cuerpo se activa (de la misma manera que reaccionaría nuestro cuerpo ante un peligro real. Por ejemplo si apareciese un perro rabioso en nuestra habitación). Pero como no sucede nada en el exterior, pensamos que nos sucede algo a nosotros ¿me estoy muriendo? ¿qué me pasa? ¿me estoy volviendo loco?
Estos pensamientos hacen que la ansiedad aún se active más provocando más efectos (temblor de piernas, vértigo, rigidez de nuca, visión borrosa, sensación de flotar e de irrealidad). Es muy posible que acudamos a urgencias, y que tras las pruebas nos digan que no era nada grave, sólo un ataque de ansiedad.
¿Pero cómo nos podemos convencer de que no era NADA, si nosotros en realidad nos sentimos terriblemente mal?
Que esto sucediera en un momento determinado de nuestra vida. Y el miedo a que se repita, nos hace pensar que es muy fácil que este episodio indeseado se pueda producir nuevamente.
En el ataque de pánico hay dos factores:
- Un estado de ansiedad que predispone a padecer molestias en la regulación del sistema nervioso. Como sería la dificultad de relajarse, disparo automático de la sensación de alerta y los cambios bruscos de ritmos.
- La percepción de este estado como algo terrible y sumamente desagradable. Tenemos la sensación de perder el control. Además de sentirnos nos débiles e impotentes (reacción de quedarnos paralizados y bloqueados).
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