El enfoque estratégico en psicoterapia puede ser definido como «el arte de resolver complicados problemas humanos mediante soluciones aparentemente simples». Una premisa de base es que, aunque los problemas y el sufrimiento humanos puedan parecer complejos y persistir durante años, no por esto deben requerir soluciones igualmente largas y complicadas.
La terapia breve estratégica, es una intervención breve y focalizada, orientada hacia la extinción de los síntomas, por una parte, y hacia la reestructuración de la percepción que la persona tiene de sí misma, de los otros y del resto del mundo.
El objetivo principal de un terapeuta estratégico es el de resolver rápidamente los problemas y trastornos que pueden convertirse en invasivos e invalidantes no sólo para el paciente que los sufre, sino para quienes lo rodean.
Una característica distintiva de este modelo de terapia es su capacidad de producir cambios en tiempos breves (generalmente algunos meses) incluso en casos de trastornos muy enraizados y que persisten desde hace años.
Los resultados obtenidos han demostrado que es posible resolver de manera efectiva y en tiempos breves muchos problemas de orden psicológico. Los datos actuales de eficacia (resolución de los problemas) y eficiencia (rapidez con la que se resuelven) muestran un 87% de casos resueltos con una media de 7 sesiones.
La terapia breve estratégica está indicada, en primer lugar, para todos los trastornos psicológicos fuertemente invalidantes, es decir, caracterizados por una sintomatología acusada y limitante; como los trastornos fóbico-obsesivos, (ansiedad, ataques de pánico, fobias, obsesiones, compulsiones, hipocondrías) los trastornos de la alimentación, (anorexia, bulimia, síndrome de vómito, bing-eating), la depresión, los problemas sexuales, la psicosis.
La intervención estratégica es en otros trastornos muy eficaz, como son los problemas de orden relacional (problemas sentimentales o de pareja, dificultad de relación con los colegas del trabajo, problemas de relación padre-hijos), bloqueos de la actuación (miedos escénicos, hablar en público y similares), problemas escolares y todas las sintomatologías potencialmente invalidantes pero que se encuentran aún en la fase de estructuración inicial, por ejemplo, fobias aún no generalizadas o trastornos de la alimentación en fase inicial.